Lo decimos habitualmente…. se me paso el día volando… y si por la noche queremos repasar lo que hicimos durante el día, existe una gran probabilidad que nos cueste recordarlo o que definitivamente no lo recordemos, esto nos confirma que la mayoría de nuestras acciones las realizamos de forma automática. Lo más preocupante es la percepción de sentirnos perseguidos, de ir corriendo por la vida, todo el día de PRISA. Estamos tan atrapados en esta CULTURA DE LA PRISA, en la rutina diaria, siempre con el “no tengo tiempo” viviendo de comida rápida, encuentros rápidos, reunión rápida, café rápido, carrera rápida etc. Un mundo obsesionado con la rapidez que provoca una permanente sensación de cansancio e insatisfacción. Las consecuencias no se hacen esperar estamos impacientes, ansiosos, irritables y otras emociones o estados de ánimo que hacen daño a nuestra salud física, emocional y por tanto nuestras relaciones afectivas, familiares, sociales. Este estado habitualmente nos limita en múltiples áreas de desarrollo.
La llamada de atención llega en forma de enfermedad, o una relación romántica o de amistad que no funciona, las relaciones complejas con la familia, todo se complica porque “no hay tiempo “o no te diste el tiempo para cuidar y cultivar las relaciones.
Existe una ADICCION A LA PRISA, A LA VELOCIDAD, muchas veces nos vemos haciendo las cosas de forma acelerada sin saber ni siquiera porque, como una suerte de inercia. Por otro lado, parece ser que el paradigma de esta CULTURA DE LA PRISA relaciona el ser productivo y eficiente con la rapidez, entonces se percibe que las personas que no tienen tiempo son más eficientes, importantes y más exitosas, en fin, erróneamente más felices. Así como pareciera que la lentitud hoy no está de moda, quizás hasta mal vista.
Entonces la pregunta es ¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Cómo podemos disfrutar más y así sentir que la vida no pasa volando? El estar más conscientes en el presente nos facilita hacer las cosas a la velocidad justa y adecuada, hay momentos para hacer las cosas rápidas y lentas. Privilegiar la calidad de la acción o situación, “una cosa a la vez”. Estar presente consciente en el momento “hacer lo mejor posible” en lugar de hacerlo lo más rápido posible. Disfrutar esos pequeños momentos donde tengas la sensación de mayor tranquilidad y felicidad, sin otros pensamientos que te distraigan.
Hoy la Invitación es a desacelerar, “RALENTIZAR” todas aquellas acciones que permitan disfrutar. Las personas que ralentizan tienen más capacidad para gestionar el mundo rápido, que aquellos que siempre van de prisa, también favorece y mejora la percepción de calidad de .
Un enfoque SLOW en los niños, estimula la creatividad, espacio y tiempo, así podrán explorar por ellos mismos el fracaso, el aburrimiento que es el trampolín para crear , para pensar y usar la imaginación .
Articulo creado por Marcela Silva
Coach
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