Reflexiones
El miedo...
Difícil de describir, pero es como una muralla que te acorrala durante mucho tiempo. Días, semanas, meses, años, años y más años. Hasta que llega el momento de traspasarla.
Ese día llega. Créeme. Lo sabrás en tu corazón, te levantarás distinto.
Cuando vivas ese día sabrás que rompes una barrera que siempre fue invisible, nunca existió más que en tu mente. En un segundo -realmente en un segundo- eres capaz de entender que toda limitación se va, se evapora como humo.
Ese día entiendes una parte de la libertad que siempre te perteneció, pero por circunstancias de la vida la olvidaste o te hicieron olvidar.
Rompe el miedo, cualquiera sea este. No te arrepentirás, porque una vez que lo haces ya no tienes nada que perder, al contrario, desde ese punto de inicio solo asumes ganancia.
Ganas la libertad; Ganas la confianza; Ganas la fe en ti; Ganas el amor e impulso que tu vida siempre necesitó para hacer cosas. Ese día te das cuenta que solo era cuestión del miedo.
Cuando dejas de tenerle miedo al miedo, es cuando empiezas a vivir. Comienzas a entender que solo tú te perteneces, que no estás en los demás ni nada te posee.
Traspasar la barrera delgada e invisible del miedo hará que entiendas que el límite en tu camino es vivir sin límites y no existe nada que te amarre a una persona, lugar o cosa.
Da ese salto de fe, da ese salto de confianza. Cree en ti y te darás cuenta que después solo hay un “¿Eso era?”, “¿A eso le tenía miedo?”. No subestimes esas preguntas, porque si no fuera por ellas y la parálisis que genera el miedo no lo conocerías, no serías capaz de apreciar lo que existe del otro lado. Se te haría imposible reconocer la libertad en todas sus dimensiones.
Transita por cada uno de tus miedos, ya sea perder a un familiar, envejecer, maternar, dormir con la luz apagada, andar en bicicleta, quererte, amar, entregarte en todas sus dimensiones…
Si no vives todos tus miedos, seguirán en ti. Libérate.
Autor Omnisciente